Lo último

La Influencia de la Soledad


Natalia Velazco, 2do Técnico

No hay un manual que te diga cómo ser madre, ojalá existiera uno, en especial para una madre como yo, la cuál no tiene ningún pilar en el qué apoyarse. Aún no descubro cuál es la peor fase de tener un hijo, o son bebés chillones o son adolescentes que te ignoran, no es que no quiera a mi hijo, él es mi vida pero a veces es pesado el trabajo de una madre, es toda una aventura, cada día ocurren cosas nuevas que nos sorprenderán.

—¿Me estás escuchando?- mi hijo sigue caminando por el largo pasillo hasta que llega a su dormitorio. —¡Mateo!- me saca de casillas cuando se comporta así, ¡no entiendo por qué se comporta así! ¡No es tan difícil responderme!

—¿Qué?- me exaspera el tono con el que me respondió.

—No me respondas así, te lo he dicho un millón de veces.- él rueda los ojos. ¡No te enojes! ¡No te enojes! repito una y otra vez en mi cabeza. —¿Podrías recoger tu ropa que está en el baño?- trato de sonar lo más calmada posible. Mateo suspira y camina recto hasta el baño con resignación. —Gracias.- comento cuando sale con la ropa en sus manos. Lo sigo hasta su cuarto para poder hablar con él, sin embargo, él cierra la puerta con fuerza, dejándome afuera. Tomo el pomo entre mis manos y entro a su desordenada habitación con paredes blancas. —Mateo, ¿podemos hablar?- me siento en la esquina de su cama y él en cambio se sienta en la silla de su escritorio. —Escucha Mateo, no entiendo la razón por la cuál te comportas así, pero debes entender que tus acciones me hieren, deberías pensar e mi también, cómo tu egoísmo me afecta.-

—No lo entenderías.- murmura con la mirada en el suelo.

—Pero dime, así podría entenderte, si no me lo dices no podré ayudarte.-

Escucho cómo mi hijo trata de aguantar sus sollozos y eso hace que mi corazón se apriete.

—Me siento muy solo, no tengo amigos que sean verdaderamente amigos, y tú sólo pasas trabajando y lo entiendo, las cosas no vienen de la nada pero te extraño, cuando estamos juntos sólo me regañas por la más mínima cosa y me enoja. Somos tú y yo contra el mundo y se siente tan pesado de alguna forma.- me levanté rápidamente a abrazar a mi hijo, lo entendía perfectamente porque es así como yo me siento.

—Te amo, hijo mío.- un beso en su cabeza era lo que él necesitaba para que esa sonrisa que no veo desde hace mucho tiempo se asomara después de un buen tiempo.

Fin

Deja un comentario